EL LARGO CAMINO DE SUPERMAN
Cuentan que Leonardo Da Vinci, al contemplar la más reciente creación de su coetáneo Miguel Ángel, pronunció una frase que pasó a la historia. Pero para entender qué relación hay entre dos de los máximos exponentes del Renacimiento y esta nuestra querida cabecera, Superman, vamos a tratar de recrear aquella escena irrepetible. Cerrad los ojos y retrocedamos en el tiempo…
Estamos en Florencia, 1504. Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, dos de los mejores artistas que el mundo conocería, se encuentran en el taller del segundo. Grandes trabajos anteriores avalan ya a ambos como dos de los más grandes, otorgándoles la conciencia (y la responsabilidad) de que cada pincelada o golpe de cincel que dan sus manos va a permanecer indeleble para la posteridad como parte de su imperecedero legado. En el centro de la estancia una sábana cubre una figura alta, envolviéndola de misterio aun sin poder ocultar, por el modo en que la tela reposa sobre sus formas, que se trata de una escultura humana. Leonardo percibe que el aire del taller aún está cargado de polvo de mármol, señal de que el trabajo no lleva mucho tiempo concluido. Con un rápido y diestro movimiento Miguel Ángel retira el lienzo, descubriendo la pieza: una imponente escultura del rey David de Israel, de proporciones perfectas, tensa postura, mirada penetrante (la terribilitá) y descomunal tamaño. Se produce un largo y respetuoso mutismo mientras Leonardo asimila la maravilla que tiene ante sí. En silencio, le invade una palidez que deja su rostro como ese mismo mármol de Carrara que su rival ha transformado en algo insoportablemente bello, mientras disimula un estremecimiento al tomar conciencia, como artista también, de que esa obra –y, por ende, su creador– está destinada a la inmortalidad. Los segundos sin palabras comienzan a ser demasiados. Un impaciente y complacido Miguel Ángel mira apremiante a su huésped, esperando su opinión, motivo por el cual le ha invitado a tan selecta primicia. Es necesario decir algo. Y lo que Leonardo acierta a pronunciar, es:
- Después de esto, ya solo te espera el declive.
No cabe duda que esta anécdota histórica, aparte de plasmar a la perfección la rivalidad existente entre aquellos dos grandes maestros, no está tampoco exenta de cierta mala fe. Por un lado, seguro que Leonardo quiso referirse a la grandeza de la escultura y a que con ella, con toda certeza, Miguel Ángel había logrado el sueño de todo artista: alumbrar una obra maestra. Pero también se dejan entrever los comprensibles celos de Da Vinci, dándole a entender a Miguel Ángel que, tras su David, ya no le podía quedar nada mejor por hacer. Claro que entonces no podía saber que, tan solo cuatro años después, Miguel Ángel comenzaría a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina…
Pero seguro que aún os estaréis preguntando a cuento de qué viene esta lección de historia y qué tiene que ver con Superman, aunque lo cierto es que refleja muy bien en qué punto estamos ahora mismo. Regresemos de la Florencia del siglo XVI de nuevo a nuestro siglo XXI, a estas páginas.
Ha terminado La guerra de los superhombres, que a su vez ha rematado un arco argumental en el que hemos vivido inmersos durante dos años. Dos años de emociones trepidantes en los que hemos visto aparecer y desaparecer personajes e incluso planetas, y cuyo apoteósico final puede habernos dejado con esa agridulce e inquietante sensación de ¿y ahora qué?¿Qué puede suceder a continuación que supere esto? Pues recordad que Leonardo también pensó que, para Miguel Ángel, el David iba a ser su culmen, ignorante de que aún iba a pintar la Capilla Sixtina. En pocas palabras: pese a la magnificencia de aquella escultura, el David no marcó el principio del fin de Miguel Ángel. Lejos de haber tocado techo, el artista florentino todavía realizaría una de las composiciones pictóricas más brillantes que se conocen. Así que vosotros, lectores, quizá os encontráis ahora como Leonardo cuando contempló el David. Tal vez penséis que, después de dos años inmersos en una historia global en la se han involucrado todas las colecciones de Superman y en la que han tenido lugar hechos tan importantes como los que hemos visto en Mundo de Nuevo Krypton y La guerra de los superhombres, el universo de Superman ha tocado techo y poco más puede ofrecer que os vaya a impresionar. Que, después de esto, ya solo le espera el declive. Pero todavía hay un Miguel Ángel dispuesto a hacer grandes cosas con el Hombre de Acero y a demostrar que, en lugar de haber llegado a su pináculo, Superman apenas ha despegado. Además, en el colmo de la ironía, este moderno maestro del Noveno Arte nos va a demostrar que, con él a las riendas, Superman puede llegar aún muy alto… sin ni siquiera alzar el vuelo. Toda una osadía cimentada en devolver al Hombre del Mañana a sus raíces y reconectarlo con su mundo, una titánica tarea que ha dado sus primeros pasos este mes y que asume un creador cuyo nombre suena como un trueno en la industria del cómic: Joseph Michael Straczynski.
Nacido en New Jersey en 1954, la carrera de J. Michael Straczynski comenzó en los años 80 como guionista de la serie de dibujos animados He-Man y los Masters del Universo. Su gran éxito televisivo llegaría con Babylon 5, auténtica serie de culto de ciencia ficción que duró cinco temporadas, derivó en varias películas y cosechó una importante legión de seguidores. Pero aparte de su sólida carrera como guionista televisivo y cinematográfico (Straczynski es también autor del guión de uno de los más recientes éxitos de Clint Eastwood, El intercambio), las incursiones de este escritor en el mundo del cómic se cuentan también por éxitos. Célebres son sus etapas al frente de Spider-Man, Los 4 Fantásticos o Thor, personajes todos de la editorial Marvel. Pero para DC también revitalizó a algunos de los personajes icónicos de la casa durante su formidable paso por las páginas de The Brave and the Bold, etapa que Planeta DeAgostini publicó íntegra en el recopilatorio The Brave and the Bold de J. Michael Straczynski y en la que el guionista demostró, una vez más, su capacidad para contemporaneizar lo clásico dotándolo de su toque personal y de cierta conciencia sociopolítica.
Pero tras una vida de éxitos televisivos y de guionizar a algunos de los héroes de cómic más importantes, Straczynski se enfrenta ahora a su mayor desafío y, al mismo tiempo, a la realización de un sueño: escribir a Superman durante todo un año. Y se embarca en esta tarea en un momento en el que el Hombre de Acero se encuentra totalmente desconectado del mundo adoptivo que lo acogió y que él juró proteger. Como fan del personaje desde siempre –confiesa poseer la mayor colección de artículos de Superman de la Costa Oeste–, Straczynski ha prometido devolver al Hombre del Mañana a sus orígenes: Para mí, Superman fue, es y será por siempre el héroe de América. Pero si retrocedemos a los primeros diez años de andadura de Superman en DC Comics –dice–, veremos que no se iba por ahí, alrededor de la galaxia en grandes misiones cósmicas. En aquellos primeros años era el defensor del hombre de a pie en un tiempo –justo tras la Depresión– en el que cada cual tenía que arreglárselas solo. […] Era el aliado de todo el mundo, el que luchaba por aquellos que no podían luchar solos. No era un tipo grande y poderoso plantado en lo alto de una montaña; era uno de ellos, criado en el corazón del país y luchando por el hombre corriente.
Para Straczynski, la desconexión de Superman con la gente fue progresiva y, en gran parte, por culpa de sus enormes poderes: Los villanos tenían que ser más grandes y más fuertes.[…] Conozco a muchos guionistas que dicen que no puedes escribir buenas historias de Superman porque puede vencer a cualquier cosa que no sea tan fuerte como él. Pero hay otros enemigos igual de poderosos y mucho más cerca de casa. No puedes golpear la desesperanza, o las drogas, o la pobreza, o la iniquidad… Superman representa la esperanza y la idea de que podemos conseguir cualquier cosa si la intentamos con ahínco. Y creo que ese es un mensaje que necesitamos mucho en estos tiempos.
Pero tras los eventos recientes en los que Superman ha quedado como si hubiera abandonado a su mundo adoptivo y es considerado más alienígena que nunca, ¿cómo pretende Straczynski cambiar la visión que se tiene de él y volver a conectarlo con su gente? Bueno –afirma–, creo que tengo una solución. Superman puede volar alrededor del planeta en cuestión de segundos, pero en realidad no puede ver mucho de él. Está por encima de él. Así que… vamos a clavarlo al suelo. Ahí es donde da comienzo Grounded, título que define de forma perfecta ese castigo que se autoimpone Superman de recorrer a pie todo Estados Unidos para reencontrarse con la gente que ha dejado de confiar en él. Un periplo durante el cual visitará algunas de las principales ciudades de América (recreadas con absoluta fidelidad, plasmando vecindarios y lugares reales) para poder observar con mucha más atención todas esas cosas que no se perciben cuando se va más rápido que una bala. Pero este reencuentro de Superman con el ciudadano de a pie no significa que vayan a dejarse de lado los momentos de acción trepidante: En el camino, Superman se encontrará con amenazas y peligros que están lejos de ser corrientes. Uno nunca sabe quién, o qué, se ha afincado en los rincones oscuros o en las fábricas abandonadas, en las casas o ciudades deshabitadas que parecen no estar en los mapas.
Además de esto, Straczynski también ha tenido tiempo de ocuparse de la que ya es, para muchos, la mejor historia alternativa del Hombre de Acero, Superman: Tierra Uno, tan exitosa que la realización de su demandadísima secuela le obligará dentro de unos meses a delegar parte de su función como guionista principal de la serie regular. Aunque no adelantemos acontecimientos. Este mes Superman se viste de gala para celebrar su número 50, algo que, si ya de por sí es motivo de regocijo, aún lo es más cuando viene acompañado del inicio de la que va a ser una de las etapas de Superman que más va a dar que hablar. Y qué mejor que concluir con la invitación de Straczynski a que volemos con él mientras caminamos junto a Superman: Durante doce números, Superman caminará entre nosotros, compartiendo nuestras alegrías, nuestros fracasos, nuestras protestas y nuestras esperanzas tal y como las vemos desde el suelo, no desde lo distante del cielo. Al final de Grounded esperamos haber ayudado a dibujar una renovada alianza entre Superman y aquellos a los que ha jurado proteger. Y si quieres recorrer el camino con nosotros, la compañía será más que bienvenida.
Javier Olivares Tolosa