Textos publicados en Superman Vol. 2 núm. 47 (Abril 2011).
ANTERIORMENTE
Pese a la resistencia de Nuevo Krypton, Brainiac logró su propósito de volver a miniaturizar y abducir Kandor. En el interior de la nave-calavera, Brainiac 5 y Supergirl continuaban buscando el núcleo para destruirlo y eliminar las impenetrables defensas de la nave, al tiempo que un pequeño grupo de legionarios, junto a Superboy, intentaban liberar las ciudades embotelladas para garantizar la existencia futura de la Legión. Pero sus planes se vieron frustrados por Lex Luthor, que envió a Superboy al interior de Kandor. Finalmente, Brainy y Kara lograron su cometido y Superman pudo subir a bordo, al tiempo que Zod y sus soldados, usando tecnología inversa de Brainiac, escaparon de Kandor dispuestos a contraatacar…
ARTÍCULO PÁG. 53
LARGA VIDA A MON-EL. LARGA VIDA A LA LEGIÓN.
¿Qué es lo que define a un héroe? ¿Los superpoderes? ¿Un trauma, quizás? ¿Nacen o se hacen?
Difícil pregunta a la que podríamos agregar otro misterio aún mayor. Porque da la impresión de que el universo, en un equilibrio que no alcanzamos a comprender, viene creando desde el alba de los tiempos, mediante aparentes casualidades, las fuerzas de luz que necesitan los tiempos de oscuridad. Seres cuya llegada a un lugar y un tiempo concretos parece azarosa, pero para quienes el destino acaba revelando propósitos mucho mayores.
En un tiempo en el que Superman aún no existía, en el que solo era Clark Kent –un muchacho que trataba de encajar su origen kryptoniano y decidir qué hacer con sus fantásticos poderes–, una de esas fuerzas de luz llegó a nuestro planeta huyendo del suyo, Daxam, un mundo convulso cuya historia –aunque él no lo sabía– estaba directamente relacionada con la de Krypton. El recién llegado tenía el nombre de Lar Gand, pero no podía recordarlo. La casualidad quiso que solo hablara el idioma que venía escuchando durante todo su viaje: el kryptoniano. Así, al encontrarse, los dos muchachos pensaron que eran hijos de un mismo mundo hasta que la enfermedad mortal que contrajo Lar Gand (para quien el plomo del aire de la Tierra era tan mortal como para Clark la kryptonita) reveló la dura verdad y les obligó a separarse. Clark se quedó en Smallville, y Mon-El – nombre que adoptó el daxamita en hermandad con el nombre natal de Clark– tuvo que refugiarse en la Zona Fantasma, una dimensión-presidio en la que la intoxicación no lo mataría, pero donde viviría aislado y rodeado de los peores criminales de Krypton.
Hace un año, otra aparente casualidad –una botella de antídoto oportunamente aparecida de la nada y con una etiqueta con el símbolo de la Legión de Superhéroes– permitió que, en el momento más apropiado, Mon-El sanara de su envenenamiento y pudiera instalarse en Metropolis, donde protagonizó las aventuras que pudimos seguir en Mundo sin Superman y Mundo contra Superman. No obstante, su curación fue revirtiéndose, y Mon-El ha luchado prácticamente contrarreloj para poder ayudar a sus amigos en esta dificilísima misión, antes de que los efectos del antídoto desaparezcan provocando su irremisible muerte.
Pero en la siguiente historia, que sirve de epílogo a La última batalla de Nuevo Krypton y, a la vez, de prólogo al primer tomo de la nueva etapa de la Legión de Superhéroes de Paul Levitz (que Planeta DeAgostini publicará en breve), comprobaremos que nada en la historia de Mon-El ha sido aleatorio ni casual, y que sin duda nació con un heroico destino que cumplir. Todavía le queda, eso sí, un último gran sacrificio que supondrá el final de su breve paso por el siglo XXI… y el inicio de su leyenda.
Javier Olivares Tolosa
ARTÍCULO
EL REGRESO DEL SEGUNDO JINETE
Este mes, el final de La última batalla de Nuevo Krypton da paso al apoteósico último acto de esta epopeya: La guerra de los superhombres, una lucha entre la Tierra y Nuevo Krypton de la que, como en toda guerra, solo podrá salir un vencedor. Durante tres números que os dejarán sin aliento, se desarrollará una contienda tan rápida como feroz, que implicará a todos los personajes que han estado envueltos en este apasionante arco argumental que llevamos dos años siguiendo, para así finiquitar –y de qué modo– esta historia que arrancó en el ya tan distante número 26 de Superman.
Sin que esto reste ni un ápice de importancia a los acontecimientos que ahora comienzan, es cierto que esta no es la primera vez que vemos el Universo DC sacudido por la guerra. Al margen de las numerosas crisis y de las destructivas batallas que los superhéroes libran constantemente contra poderosas amenazas, podríamos citar algunos ejemplos de la eterna influencia del belicoso dios griego Ares en la historia de este universo de ficción.
Si nos remontamos a la primera década del 2000, durante el breve mandato presidencial de Lex Luthor, la Tierra entró en batalla contra un alienígena conquistador llamado Imperiex, en la saga que se conoció como Nuestros mundos en guerra (recopilada en Universo DC: Superman 1-6). En aquella ocasión, el general Sam Lane ya defendió la Tierra contra la amenaza espacial, dando aparentemente la vida por su planeta. Aunque sobra decir que Lane está bien vivo y que, a la vista de los hechos, aquella experiencia solo acrecentó su odio por todo lo extraterrestre.
También los Green Lanterns libraron su propio conflicto, conocido como La guerra de los Sinestro Corps. Los Corps, con Hal Jordan a la cabeza, combatieron contra el poderoso ejército del villano Sinestro en una historia épica que el propio Geoff Johns, principal ideólogo de la saga, definió como “la Segunda Guerra Mundial a escala universal”. Poco más tarde, los planetas Rann y Thanagar también se enfrentaron entre sí durante el avance de la Crisis infinita, como se vio en el especial La guerra Rann-Thanagar. Y más recientemente, durante los acontecimientos que condujeron a la Crisis final, un furioso y vengativo Black Adam lanzó un ataque contra todo el mundo que duró una semana, y que ha quedado con el nombre de La tercera guerra mundial.
De todos modos, aunque el Segundo Jinete del Apocalipsis ya haya cabalgado más de una vez por el Universo DC en su caballo rojo, nunca se está preparado para recibirlo. Pero ya ha regresado, dispuesto a cumplir su espeluznante e ineludible cometido. Y cuando se marche galopando, portando en alto su espada teñida de sangre… ¿qué habrá dejado atrás?
La respuesta, como siempre, la encontrarás en estas páginas.
Javier Olivares Tolosa
ANTERIORMENTE
Pese a la resistencia de Nuevo Krypton, Brainiac logró su propósito de volver a miniaturizar y abducir Kandor. En el interior de la nave-calavera, Brainiac 5 y Supergirl continuaban buscando el núcleo para destruirlo y eliminar las impenetrables defensas de la nave, al tiempo que un pequeño grupo de legionarios, junto a Superboy, intentaban liberar las ciudades embotelladas para garantizar la existencia futura de la Legión. Pero sus planes se vieron frustrados por Lex Luthor, que envió a Superboy al interior de Kandor. Finalmente, Brainy y Kara lograron su cometido y Superman pudo subir a bordo, al tiempo que Zod y sus soldados, usando tecnología inversa de Brainiac, escaparon de Kandor dispuestos a contraatacar…
ARTÍCULO PÁG. 53
LARGA VIDA A MON-EL. LARGA VIDA A LA LEGIÓN.
¿Qué es lo que define a un héroe? ¿Los superpoderes? ¿Un trauma, quizás? ¿Nacen o se hacen?
Difícil pregunta a la que podríamos agregar otro misterio aún mayor. Porque da la impresión de que el universo, en un equilibrio que no alcanzamos a comprender, viene creando desde el alba de los tiempos, mediante aparentes casualidades, las fuerzas de luz que necesitan los tiempos de oscuridad. Seres cuya llegada a un lugar y un tiempo concretos parece azarosa, pero para quienes el destino acaba revelando propósitos mucho mayores.
En un tiempo en el que Superman aún no existía, en el que solo era Clark Kent –un muchacho que trataba de encajar su origen kryptoniano y decidir qué hacer con sus fantásticos poderes–, una de esas fuerzas de luz llegó a nuestro planeta huyendo del suyo, Daxam, un mundo convulso cuya historia –aunque él no lo sabía– estaba directamente relacionada con la de Krypton. El recién llegado tenía el nombre de Lar Gand, pero no podía recordarlo. La casualidad quiso que solo hablara el idioma que venía escuchando durante todo su viaje: el kryptoniano. Así, al encontrarse, los dos muchachos pensaron que eran hijos de un mismo mundo hasta que la enfermedad mortal que contrajo Lar Gand (para quien el plomo del aire de la Tierra era tan mortal como para Clark la kryptonita) reveló la dura verdad y les obligó a separarse. Clark se quedó en Smallville, y Mon-El – nombre que adoptó el daxamita en hermandad con el nombre natal de Clark– tuvo que refugiarse en la Zona Fantasma, una dimensión-presidio en la que la intoxicación no lo mataría, pero donde viviría aislado y rodeado de los peores criminales de Krypton.
Hace un año, otra aparente casualidad –una botella de antídoto oportunamente aparecida de la nada y con una etiqueta con el símbolo de la Legión de Superhéroes– permitió que, en el momento más apropiado, Mon-El sanara de su envenenamiento y pudiera instalarse en Metropolis, donde protagonizó las aventuras que pudimos seguir en Mundo sin Superman y Mundo contra Superman. No obstante, su curación fue revirtiéndose, y Mon-El ha luchado prácticamente contrarreloj para poder ayudar a sus amigos en esta dificilísima misión, antes de que los efectos del antídoto desaparezcan provocando su irremisible muerte.
Pero en la siguiente historia, que sirve de epílogo a La última batalla de Nuevo Krypton y, a la vez, de prólogo al primer tomo de la nueva etapa de la Legión de Superhéroes de Paul Levitz (que Planeta DeAgostini publicará en breve), comprobaremos que nada en la historia de Mon-El ha sido aleatorio ni casual, y que sin duda nació con un heroico destino que cumplir. Todavía le queda, eso sí, un último gran sacrificio que supondrá el final de su breve paso por el siglo XXI… y el inicio de su leyenda.
Javier Olivares Tolosa
ARTÍCULO
EL REGRESO DEL SEGUNDO JINETE
Este mes, el final de La última batalla de Nuevo Krypton da paso al apoteósico último acto de esta epopeya: La guerra de los superhombres, una lucha entre la Tierra y Nuevo Krypton de la que, como en toda guerra, solo podrá salir un vencedor. Durante tres números que os dejarán sin aliento, se desarrollará una contienda tan rápida como feroz, que implicará a todos los personajes que han estado envueltos en este apasionante arco argumental que llevamos dos años siguiendo, para así finiquitar –y de qué modo– esta historia que arrancó en el ya tan distante número 26 de Superman.
Sin que esto reste ni un ápice de importancia a los acontecimientos que ahora comienzan, es cierto que esta no es la primera vez que vemos el Universo DC sacudido por la guerra. Al margen de las numerosas crisis y de las destructivas batallas que los superhéroes libran constantemente contra poderosas amenazas, podríamos citar algunos ejemplos de la eterna influencia del belicoso dios griego Ares en la historia de este universo de ficción.
Si nos remontamos a la primera década del 2000, durante el breve mandato presidencial de Lex Luthor, la Tierra entró en batalla contra un alienígena conquistador llamado Imperiex, en la saga que se conoció como Nuestros mundos en guerra (recopilada en Universo DC: Superman 1-6). En aquella ocasión, el general Sam Lane ya defendió la Tierra contra la amenaza espacial, dando aparentemente la vida por su planeta. Aunque sobra decir que Lane está bien vivo y que, a la vista de los hechos, aquella experiencia solo acrecentó su odio por todo lo extraterrestre.
También los Green Lanterns libraron su propio conflicto, conocido como La guerra de los Sinestro Corps. Los Corps, con Hal Jordan a la cabeza, combatieron contra el poderoso ejército del villano Sinestro en una historia épica que el propio Geoff Johns, principal ideólogo de la saga, definió como “la Segunda Guerra Mundial a escala universal”. Poco más tarde, los planetas Rann y Thanagar también se enfrentaron entre sí durante el avance de la Crisis infinita, como se vio en el especial La guerra Rann-Thanagar. Y más recientemente, durante los acontecimientos que condujeron a la Crisis final, un furioso y vengativo Black Adam lanzó un ataque contra todo el mundo que duró una semana, y que ha quedado con el nombre de La tercera guerra mundial.
De todos modos, aunque el Segundo Jinete del Apocalipsis ya haya cabalgado más de una vez por el Universo DC en su caballo rojo, nunca se está preparado para recibirlo. Pero ya ha regresado, dispuesto a cumplir su espeluznante e ineludible cometido. Y cuando se marche galopando, portando en alto su espada teñida de sangre… ¿qué habrá dejado atrás?
La respuesta, como siempre, la encontrarás en estas páginas.
Javier Olivares Tolosa