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30 de agosto de 2009

SUPERGIRL NÚM. 6: FANTASMAS DE KRYPTON

Publicado en el tomo Supergirl: Fantasmas de Krypton (Agosto 2009), también traducido por mí.

PASADO, FUTURO, PROMESAS

En este sexto volumen, Supergirl va a hacer algo más que enfrentarse a villanos superpoderosos con delirios de grandeza. En las próximas páginas se va a hablar de pasado y futuro, dos contextos igualmente duros para la joven Kara. Por un lado, tenemos sus claros recuerdos de su vida en Krypton: de sus padres, sus amigos y su mundo. Por otro, Kara va a echarle un vistazo a una Tierra varios siglos en el futuro, y lo que se va a encontrar es, cuanto menos, inquietante. Y, entre una cosa y otra, se topará con Reactrón.
Pero comencemos por el principio.
Una de las características distintivas de Superman es que es el único superviviente de todo un planeta trágica y repentinamente desaparecido. Aunque dicho así solo sea una frase más, si nos paramos a pensar en la magnitud de la pérdida sufrida por el Hombre de Acero, las consecuencias son indescriptibles. No hablamos de un visitante de otro planeta que es acogido en el nuestro. Se trata de un huérfano en la máxima expresión que podemos aplicarle a la palabra: un huérfano de mundo, el último de su especie. Pero, pese a lo traumático que esto puede resultar y lo mucho que puede llegar a influir en la personalidad de Superman, él juega con una ventaja con respecto a su prima: no se acuerda de Krypton. Tan solo era un bebé cuando su cápsula llegó a Smallville y los Kent lo encontraron y criaron como hijo suyo. Posteriormente adquiriría los conocimientos y recuerdos de su planeta de nacimiento, pero pese a que los nombres de Jor-El, Lara, y los demás miembros de la Casa de El le son familiares y ocupan un lugar importante en su mente y su corazón, Kal-El no tuvo que despedirse de nadie. No tuvo que tomar conciencia de como su mundo, su pueblo y su familia quedaban atrás, condenados a una muerte irremediable, mientras que su cápsula lo transportaba a la seguridad de nuestro Sol amarillo. Kara Zor-El carga también con todo el peso de ser uno de los últimos supervivientes de Krypton, pero además tuvo que decirle adiós a todo lo que le importaba. Era lo bastante mayor como para volver la vista atrás y fue perfectamente consciente de que ella viviría, pero no así lo que quedaba de su mundo.
Este factor resulta decisivo para entender parte de la personalidad de Supergirl y, sobre todo, la relación que tiene con su primo. No olvidemos que, aunque Kara es una adolescente y Kal un adulto, estaba previsto que fuera ella quien tuviera que cuidar de su primo. Pero, al quedar su nave a la deriva, Kara no llegó a la Tierra cuando debía hacerlo, permaneciendo en animación suspendida hasta que la nave de Kal-El la atrajo a su destino. Para entonces habían pasado más de treinta años en los que ella seguía siendo la misma muchacha que salió de los restos de Argo City, pero en los que Kal-El se había convertido no en un hombre, sino en el superhombre protector de la Tierra. Así que, por azares del destino, la niñera se convirtió en la niña.
Si tenemos en cuenta lo que está por venir, al personaje de Supergirl le espera un duro camino. Próximamente, en las páginas de la colección mensual Superman, dará comienzo la saga Brainiac, en la que este personaje volverá a ser introducido en el actual Universo DC, en una nueva versión más oscura y tétrica que nunca. Y con él regresará también la ciudad de Kandor, la última polis kryptoniana que todavía se conserva, miniaturizada en el interior de una de las botellas de cristal del alienígena coleccionista de ciudades. La recuperación del tamaño normal de Kandor y su nueva ubicación en nuestro planeta será la premisa argumental de Nuevo Krypton, historia en la que veremos el impacto y repercusión de hospedar en la Tierra a 100.000 kryptonianos. La sorpresa será aún mayor para la Chica de Acero, ya que entre los habitantes de Kandor, Kara se reencontrará con rostros muy conocidos y queridos. Se le presentará entonces un dilema terrible: elegir entre el mundo en el que nació y se crió - y que le será repentinamente devuelto como por arte de magia - o el mundo en el que ahora vive y por el que lucha. Un mundo que no entiende por completo, en el que no termina de encajar y en el que sus errores –como la tragedia accidental que provocó durante El ataque de las amazonas – todavía la persiguen.
Pero, centrándonos en este volumen, Supergirl va a tener que vérselas con Reactrón, un villano con poderes basados en la energía atómica que fue creado por Carmine Infantino y Paul Kupperberg para el Daring New Adventures of Supergirl #8, de Junio de 1983. La breve reaparición de este personaje servirá como primera toma de contacto entre los dos contendientes. Y conviene no olvidarnos de él, porque en los próximos meses el propio Reactrón se convertirá en responsable de un acto que supondrá un punto de inflexión para Supergirl y constituirá uno de los momentos decisivos de Nuevo Krypton.
Pero sobre todo, en Fantasmas de Krypton da comienzo una historia con moraleja que trata sobre los límites de lo que le es posible y debido a un superhéroe. Por si su estado emocional no fuese todavía lo bastante delicado, Supergirl está a punto de hacerle a un niño una promesa francamente difícil de cumplir, pero a la que va a dedicar todos sus esfuerzos. En el próximo volumen Supergirl, en aras de cumplir su palabra, irá contra los deseos de su propio primo y formará alianzas inusitadas. Pero la joven Kara tendrá que descubrir por sí misma que, por mejores que sean sus intenciones, ni siquiera ella puede jugar a ser Dios.

Javier Olivares Tolosa

CONTRAPORTADA

Continúan las aventuras de Supergirl, de la mano de Kelley Puckett y Drew Johnson. Kara continúa intentando avanzar y dejar atrás los errores de su recién empezada carrera como superheroína, pero los recuerdos de su pasado y el dolor por la pérdida de todo su planeta no dejan de atormentarla. En parte por esto, no dudará en hacerle a un niño una promesa que, tal vez, ni siquiera ella con todo su poder pueda cumplir. Una promesa cuyas consecuencias podrían desembocar en un futuro inquietante y estremecedor.